Al igual que los pulmones, los edificios deben poder respirar para garantizar la entrada de aire fresco y la salida del aire viciado.
Es necesario intercambiar aire del exterior al interior y también del interior al exterior. De este modo, el edificio recibe aire fresco del exterior, y este aire circula por todo el edificio antes de salir al exterior
Intercambio de aire intencionado o no intencionado
En la mayoría de los edificios, el intercambio de aire del exterior al interior se produce de estas maneras:
- Involuntario a través de las fugas de aire de las ventanas, puertas y diversas aberturas como juntas y grietas en la envoltura del edificio.
- Intencional a través de la ventilación natural, mediante la apertura de ventanas/puertas y respiraderos para la ventilación deliberada por y para las personas.
- Ventilación mecánica adecuada, para añadir un flujo de aire adicional y controlable en los edificios para proporcionar un buen ambiente interior.
Pasamos hasta el 90% de nuestro tiempo en el interior
Los seres humanos necesitamos respirar aire. La mayoría de las veces se hace en el exterior, donde el aire fresco se encuentra de forma natural.
Sin embargo, la gente trabaja y vive en los edificios. Algunos dicen que incluso pasamos el 90% de nuestro tiempo dentro de casa.
El aire fresco entra en los edificios como se ha descrito anteriormente. Se recicla, se utiliza y se contamina por diversas fuentes:
- Por la actividad humana (y también animal) - dióxido de carbono (CO2), humedad u olores, etc.…
- Por los materiales de construcción, los equipos tecnológicos, los muebles, los suelos (compuestos orgánicos volátiles a base de carbono que se evaporan fácilmente)
- Por los contaminantes externos del tráfico y de la tierra: CO, radón del suelo, etc.
La importancia de una buena ventilación.
Por tanto, el edificio debe ofrecer un entorno adaptado a las personas y a su actividad.
Y la ventilación es uno de los sistemas que mantienen el aire fresco y saludable, contribuyendo así a la calidad del ambiente interior.